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OPINIÓN
Recopilación bibliográfica realizada por Newtenberg.com
Tomás de Figueroa Caravaca

Su participación y conducción en el motín del 1 de abril de 1811 le permitieron entrar como personaje recordado para la historia de Chile. El famoso "Motín de Figueroa" organizado por este militar español, pretendió derrocar a la primera junta de gobierno chilena.


Nació en Estepona, España, en 1747. Sus padres fueron Gonzalo de Figueroa y María Caravaca y Ollán. Tras cursar sus primeros estudios, se incorporó al ejército, llegando a ser miembro de la Guardia de Corps del Rey Carlos III en 1765, cuando contaba con 18 años de edad.

Según el Diccionario Histórico y Biográfico de Chile su llegada a nuestro país se bebió a que "fue condenado a muerte por haber matado a un rival amoroso en duelo, pero le fue conmutada la pena por el destierro a Valdivia, llegando a esta ciudad en marzo de 1775".

Frente al mismo hecho histórico Encina-Castedo señala "era este militar una estampa perfecta del audaz profesional, con un pasado de novelescas aventuras, en que el presidio fue la etapa decisiva, no por delictuosos atentados contra la sociedad, sino por voluntaria renunciación al ser sorprendido con una dama de copete y hacerse pasar por ladrón para salvarla. Sufrió prisión por insubordinación, fugándose de la cárcel en 1778, disfrazado de fraile".

Después de Valdivia se va a Perú y de ahí a Cuba, una vez que obtiene el indulto por su fuga regresa a Chile en 1790 como capitán del batallón Valdivia, donde participó en todas las actividades militares correspondientes a la mantención del sistema de fuertes y las relacionadas con la población indígena de la zona.

La iglesia católica de Osorno narra que "el 22 de Noviembre de 1792 don Tomás de Figueroa y Caravaca toma posesión de las ruinas de Osorno y ordena colocar en la plaza mayor una cruz de Caravaca y la imagen de la Virgen del Pilar. Los capellanes de la expedición celebran una Misa y cantan un Te Deum en Acción de Gracias por el trascendental acontecimiento. El 8 de Septiembre de 1793, los comisionados Fray Francisco Xavier de Alday, el teniente Julián Pinuer y el comisario Francisco Aburto, firman el Tratado de Rahue o de las Canoas, que entre otros puntos, autoriza el establecimiento de Misiones en los dominios de los caciques de Osorno. En octubre de 1794, los comisionados fundan las Misiones de Quilacahuín y Coyunco. Se inician los bautizos de párvulos, la instrucción cristiana a niños y jóvenes, y los matrimonios por la iglesia, además se establecen los primeros cementerios misionales".

El "Motín de Figueroa"

El 12 de octubre de 1810, pese a que su tendencia política era realista, firmó el acta de reconocimiento de la Primera Junta de Gobierno. Sin embargo el primero de abril de 1811 en Santiago, se desarrolló un hito histórico en el cual la participación de Tomás de Figueroa fue de suma relevancia.

Para el historiador Francisco Encina "los orígenes del motín han permanecido en la penumbra en cuanto a sus detalles. Parece ser que, por un error, los amotinados aclamaron por jefe a Figueroa".

Capitaneó la revolución que intentaba restaurar el régimen colonias. Fue derrotado, perseguido y una vez aprisionado, juzgado y sentenciado a muerte. El proceso judicial que se inició contra Figueroa, presentó la particular característica de no haber sido sustanciado por los tribunales establecidos, sino por una comisión especial. Esta quedó integrada por el vocal de la Junta de Gobierno, Juan Enrique Rosales y por el Asesor y el Secretario de la misma, Francisco Antonio Pérez y José Gregorio Argomedo, respectivamente.

Las declaraciones del propio inculpado, más las de diez testigos, sirvieron de base para condenarlo a la pena capital. Su sentencia decía: "Vistos estos autos criminales seguidos contra don Tomás de Figueroa, por los gravísimos delitos de insurrección contra el actual gobierno, de haber conspirado con las tropas de Concepción y otros soldados de los cuerpos de esta capital, y haber hecho fuego a otros que se hallaban guardando la Plaza Mayor de esta ciudad por orden de esta Junta, dijeron los señores que la componen que debían declararle por traidor a su Patria y al gobierno; y en su virtud le condenaban a la pena ordinaria de muerte, pasándole por las armas dentro de la misma prisión en que se halla, para evitar alguna conmoción en las actuales circunstancias; presentándose el cadáver al público para el debido escarmiento y satisfacción de la causa común dándosele antes cuatro horas de término para sus disposiciones cristianas y con el consuelo de que elija el religioso o sacerdote que sea de su satisfacción".

Sin embargo, su confesor fue Camilo Henríquez, quien según consta en las narraciones históricas fue uno de las personas que por defender el nuevo ordenamiento político, recorrió las calles, armados de garrotes en busca de amotinados.

Su cadáver tras el fusilamiento fue expuesto al público y enterrado en la fosa común. No se tiene constancia que su esposa Rosa Polo ni sus hijos Manuel Antonio y Gonzalo reclamaran su cuerpo.

El 20 de febrero de 1815, cuatro años después y durante la Reconquista Española, su cadáver fue enterrado con gran pompa en la catedral de Santiago.

Bibliografía

Francisco Frías Valenzuela, Historia de Chile 12º impresión Santiago 1994.

Encina-Castedo, Resumen de la Historia de Chile, 3º edición Santiago 1959.

Instituto de Historia de la Pontificia Universidad católica de Chile, Nueva historia de Chile, 6º edición Santiago 1999.

Fernando Castillo, Lia Cortés, Jordi Fuentes, Diccionario Histórico y Biográfico de Chile, 3º edición Santiago 1999.

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