El arquitecto constructor del Palacio de la Moneda, Joaquín Toesca y Ricci, nació en Roma en 1745, hijo de José Toesca y de María Ricci, y murió en Santiago el 11 de junio de 1799.
Curiosamente, inició sus estudios de arquitectura desde la milicia, pues en calidad de cadete de un regimiento de Milán, trabajó en el taller de Francisco Sabatini. En 1760 este fue nombrado arquitecto de la Corte madrileña; Toesca fue su discípulo más adelantado y viajó junto a él.
Toesca estudió Matemática en la Real Academia de Barcelona por alrededor de tres años, para luego retornar a Roma e ingresar a la Academia de San Lucas a fin de perfeccionar sus conocimientos.
Regresó a Madrid, donde revalidó su título italiano. En 1780 el obispo Manuel de Alday le escribió a su amigo el abate Pietro Toesca, consultándole por un arquitecto que pudiera hacerse cargo de la construcción de la Catedral de Santiago. El eclesiástico recomendó a Joaquín, quien arribó el mismo año al país.
Una vez instalado en Santiago, Toesca se hizo cargo de la obra de la Catedral y cuatro meses después aceptó la responsabilidad de erigir la Casa de Moneda. La elaboración de los planos correspondientes -tarea compleja y delicada- demandó bastante tiempo, ya que debió compatibilizarla con otros trabajos. Sólo en 1782 los planos de la Catedral y de La Moneda estuvieron terminados.
Además, en 1783 se le encargó reparar las defensas de la ciudad de Santiago ante la violenta crecida del río Mapocho. En 1785 debió encargarse de la demolición del antiguo edificio de la Real Audiencia y de la construcción del edificio de la nueva cárcel y el ayuntamiento, y tomó a su cargo la reparación de algunos errores arquitectónicos de la Catedral de Concepción.
Toesca había contraído matrimonio en 1782 con Manuela Fernández de Rebolledo, la que tenía 17 años al momento de casarse. Lamentablemente, la salud mental de Manuela mermó, tanto así que en una oportunidad trató de asesinar a su marido poniéndole veneno a un plato de espárragos que él consumiría. El hecho obligó a las autoridades a recluirla en un convento.
La prolífica labor de Joaquín Toesca continuó. En 1791, debió preocuparse de los tajamares de Santiago y de la planificación de la ciudad de Los Andes, incluyendo la reparación del puente sobre el río Aconcagua. En 1793, se le encargó la supervigilancia del trazado del camino carretero entre Santiago y Valparaíso, además de una serie de obras menores en algunas iglesias de Colchagua.
De modo paralelo, Toesca empezó a formar sus propios discípulos. Lentamente, Santiago iba cambiando su fisonomía gracias a su trabajo y nuevos encargos para el arquitecto italiano se sucedían uno tras otro. Estos mismos minaron su vigor, hasta que falleció a los 54 años de edad. Sus restos fueron enterrados en la Iglesia de San Francisco.
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