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OPINIÓN
Jueves 6 de agosto de 1812, páginas 1 y 2.
Texto atribuido a Camilo Henríquez sobre José Miguel Carrera

Según el sumario publicado en 1903 por Julio Vicuña Cifuentes, el primer artículo corresponde a una alocución realizada en torno a la figura de José Miguel Carrera, por Camilo Henríquez. Sin embargo, el nombre del destacado militar no aparece en el texto.


EL ayre estaba en calma, y sin nubes; el horizonte de parte del ocaso parecia mas bello, que el de la aurora, quando la filosofia habló asì à un joven heroe, à quien parece anima la alma de Tito, amor, y delicias de la especie humana.

"La providencia puso en vuestras manos los destinos del pais, en que visteis la luz; ella quiere, que sea dichoso, y os confia la execucion de este alto designio Vuestro corazon arde por llenar las miras de la providencia: èl se complace en empresas arduas, y la superioridad de vuestros talentos os ofrece recursos, os asegura un exito feliz. Yo apruebo, y os folicito por la excelencia de vuestros planes. Yo admiro en vuestra juventud la experiencia de la ancianidad. Yo veo, que pensais como Carlo Magno, cuyo vasto, y poderoso genio advirtió, que la nacion reunida por sus representantes es quien conoce lo que le conviene: que si ella misma forma sus leyes, sufrirà sus defectos con paciencia, y ella amarà las leyes como una obra propia. Quanto mas grande era aquel Principe, tanto mejor conocia la extension de los deberes de un Legislador y estaba tanto mas persuadido, de que le era imposible llenarlos por si mismo. ¿Como (decia él) adquirirè yi tidos los datos precisos? como corregir abusos, no violarè los derechos de alguno? como podré tomar todas las medidas, para que no se introduscan nuevos excesos, nuevas artes de dañar? Todos tienen interès en lisonjearme ¿como puedo fiarme de sus relaciones? ¿Quien me asegura, de que aquellos, à quienes yo consulta, no han de ver la situacion del pueblo al trvéz de sus preocupaciones, y pasiones? Todas las clases de los ciudadanos tienen sus particulares intereses, necesidades, y opiniones diversas; lo que me hace concluir, que solamente en un Congreso nacional pueden examinar sus derechos, sus prerogativas, y pretenciones reciprocas, y en fin convenirse, y conciliarse, para ser todos dichosos, quanto permite el destino de los mortales.

Vos pensais como los mayores hombres, quando os esforzais à hacer militar á toda vuestra nacion. Oh! conoscan los pueblos, que son libres, y que deben serlo, y entonces todos serán soldados de la patria, todos pelerán con entusiasmo por su libertad; y la tirania desaparecerà de la fáz de la tierra. Pero que es lo que mas esencialmente caracteriza la libertad de los pueblos? sin duda el derecho de hacer sus leyes: mas no conservarán esta prerogativa inapreciable si todos los ciudadanos no estan dipuetos á repeler por si mismos los insultos hostiles. La Republica Romana fue invencible por que toda era militar y por que no conferia las magistraturas à quien no se hubiese distinguido en las armas. No admitiendo ella en sus legiones sino á hombres interesados por su gloria y por la salud de la patria, logrò establecer aquella diciplina rigida, y prudente à que debiò sus sucesos y sus triunfos. El estado llano supo defender, y conservar su libertad, por que sabìa combatir por su patria. La Grecia comenzó á precipitarse, la destrozaron las facciones, quando los cuidadanos ricos, que habia perdído la fortaleza varonil por los placeres y el ocio, distinguíeron las funciones militares de las civiles, abandonaron las armas, y se contentaron con contribuir à los gastos de la guerra. La Polonia duró demasiado; los vicios de su gobierno se contrabalanceaban con el espiritu militar de su nobleza. En el Cuerpo Helvetico hubiera desaparecido la imparcialidad de las leyes, si el genio militar de los cuidadanos no hubiese conservado la libertad interior. ¿ La libertad Germanica ni hubiera sucumbido baxo la potencia de Carlos V. y sus sucesores, si los Principes del Imperio no hubiesen podido oponer la fuerza à la fuerza? Quan vanos hubieran sido los resfuerzos de Inglaterra contra la tirania, si la nacion armada no hubiese sido mas fuerte que Carlos I.

No son, Señor, las costumbres, no es el habito de la decidia, y de los placeres, quienes impiden, que puedan formarse militares todas las naciones. Son si las ideas serviles, son los principios absurdos, es el ningun interes que concibe el pueblo en defenderse una patria, que no lo hace dichoso, las causas, que se oponen poderosamente á esta transformacion necesaria y regeneradora. Desterrad los absurdos, iluminando à los pueblos; impedid que difundan ideas de servidumbre vuestros enemigos secretos; y vereis vivificarse, reanimarse vuestra nacion. Haced que conozca, que es libre, y que debe serlo; haced, que conozca, que la libertad la pone à cubierto de males incalculables; haced que comienze à gustar algunas de sus ventajas, à lo menos una pequeña parte de sus grandes bienes, y entonces una revolucion, cuyo objeto es la libertad, darà à los espiritus un movimiento nuevo, y nuevas ideas, y à los corazones nuevos sentimientos. Entonces resplandecerà en vuestro pais el patriotismo escoltado de las virtudes republicanas, y aspirando à acciones inmortales. Los que duden de estos principios, no tienen idea de la libertad, no conocen su fuerza magica, ni su asombrosa virtud: ellos ignoran, lo que han hecho en todo tiempo las republicas militares.

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