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OPINIÓN
Jueves 9 de abril de 1812, páginas 1 y 2.
La importancia de la educación, primera parte

El autor del artículo le dice a sus lectores: "La practica de las ciencias sólidas, y el cultivo útil de los talentos es inseparable de la grandeza y felicidad de los estados. No es el número de los hombres el que constituye el poder de la nación, sino sus fuerzas bien arregladas, y estás provienen de la solidez, y profundidad de sus entendimientos".


EDUCACION

SI supiéramos aprobecharnos de la bondad del clima, de la fertilidad del terreno, de la situacion ventajosa, y del ingenio de los moradores, podríamos facilmente llegar al mayor grado de altura en el poder y la grandeza, y no necesitaríamos sino ayudar al clima, cultivar la tierra, y acariciar las artes, para ser el objeto de la envidia de todos nuestros vecinos.

  Este estudio y cultura, que todavía nos falta, consiste principalmente en estas seis causas.  Primera, en que no se cultivan bien los ingenios, ni se ilustra la razon Segunda, en que las artes primitivas y secundarias, se hallan imperfectas.  Tercera, en que el trato y civilidad no estàn en su punto.  Quarta, en que las leyes debian refundirse, y formarse un nuevo codigo.  Quinta, en que no se observan religiosamente las leyes como deben, siendo ellas las que únicamente pueden infundir y alimentar el verdadero valor de los pueblos.  Sexta, en que no se fomenta y anima el comercio interno y externo como conviene, no à los deseos inmoderados de enriquecerse, sino al interes y utilidad de la patria.

  La practica de las ciencias solidas, y el cultivo ùtil de los talentos es inseparable de la grandeza y felicidad de los estados.  No es el numero de los hombres el que constituye el poder de la nacion, sino sus fuerzas bien arregladas, y estas provienen de la solidez, y profundidad de sus entendimientos.  Quando ellos saben calcular las relaciones que tienen las cosas entre sí, conocer la naturaleza de los entes, adquirir nuevas fuerzas con la mecánica, gobernar las familias y los pueblos con la politica, y la economia ; saben tambien dirigir todas sus miras à un punto comun, y servirse de todos modos de la naturaleza.  La felicidad y grandeza de los estados es tambien inseparable de las verdaderas virtudes, y estas son dificiles de conocerse y practicarse sin previos y solidos conocimientos de Dios, del mundo, y de los hombres, los quales con opiniones ridiculas, y preocupaciones vergonzosas han degradado à la naturaleza.  Un pueblo de muchachos ó mugercillas, por muchas que sean, siempre serà despreciado y poco temido ; y si una nacion se compone de ignorantes, torpes, viciosos y holgazanes, aunque sea numerosisima, siempre serà una nacion de niños y mugeres.  Esta teòrica se halla comprobada con el exemplo de muchos paises : y aquellos à quienes no se les haga perceptible por la luznatural, pueden buscar su demostracion en la historia de Grecia y la Europa, en donde un puñado de gente de las repùblicas Griegas, y de la España, supo vencer inmensos exercitos y ciudades pobladisimas de la Persia y de la Amèrica.

  Nosotros por nuestra viveza, por nuestro ingenio y por la fuerza de nuestra imaginacion, podriamos mejor que otros pueblos haber llegado à la cultura y la sabiduriaà cuya cima han arribado otros mientras que aqui nos hallamos à mitad de camino.  Y que estàmos atrasados es tanta verdad, que no me costará mucho el demostrarla.  La raiz y fundamento de todas las ciencias es el leer, escribir y contar, artes necesarias para civilizar à los pueblos, y dirigirlos á su grandeza, y con todo ignoradas, ó poco sabidas de lo general de la nacion.  No solamente los nobles y los ricos deberian ser doctrinados en estos principios, sino los plebeyos, los artesanos, los labradores, y mucha parte de las mugeres.  Si estas artes se difundieran de las capitales a las villas, y de estas à las aldèas, producirian los admirables efectos de dar à toda  la nacion un cierto ayre de civilidad, y unas modales cultas ; de introducir en las familias el buen òrden y la economia ; de corregir la educacion, que por lo comun se entiende mal ; de modificar los ingenios de muchos, enseñandoles à hacer el úso que deben de los talentos que Dios les ha dado ; y finalmente de perfeccionar las artes, haciendolas mas expeditas, mas comunes, y mas ùtiles.

  La rudeza de costumbres è ignorancia de las letras no puede remediarse sino interviene el brazo poderoso del govierno y toma à su cargo los primeros fundamentos de la reforma de las escuelas.  Es notorio que son las opiniones las que dirigen à los pueblos, y que las escuelas son la cuna donde nacen y se alimentan las opiniones, para difundirse despues en la plebe.  Los Sacerdotes, los religiosos, los jurisconsultos, los medicos y los militares se forman en los estudios, y conservan y esparcen las ideas que recibieron de ellos.  Para prueba de esta verdad, no seria menester mas que fundar en una ciudad tres ò quatro Colegios Asiaticos, y educar en ellos à los hijos de los nobles y de los ciudadanos ; y en menos de tres edades no se verian reynar en dicha ciudad otras opiniones que las del Asia.

  Siendo, pues el soberano moderador supremo del cuerpo civil, y siendo tan importante el buen regimen de las escuelas debe tenerlas baxo su inmediata inspeccion, como han hecho los principes en la crecaion de las universidades y academias, y debe saber las opiniones deminantes para moderarlas y corregirlas. ¿Es acaso buena politica permitir estudios adonde concurra la juventud, sin que sepa el metodo que se sigue, los autores por donde se aprende, las doctrinas que se enseñan y las leyes con que se gobiernan? una junta de hombres que saben pensar, de todas clases, de todos estados y que se oculta al legislador, es un delito en toda buena constitucion de gobierno ; y por esto justamente proscrîpta por las leyes.

  El que manda pues, debe saber que maestros hay en las escuelas, tanto en las seculares como en las eclesiasticas ; que sentencias se siguen ; que opiniones se defienden ; y que ciencias se enseñan, sin dexar tampoco de averiguar que costumbre y que disciplina se observa.  Tambien tiene derècho para prescribir metodo en las universidades y estudios generales y establecer cátedras. Me persuado que con dos leyes que hicieran los soberanos y las sostubieran con vigor, se ilustraría infinito la nacion.  La primera habia de ser : que se enseñe un buen curso de matematicas y filosofia en todo colegio y escuela pùblica, y que los catedraticos se elijan por oposicion à concurso.  la segunda : que se den libros impresos y pùblicos, y no se dicten cursos manuscritos y pribados, y que estos libros se manifiesten al gobierno.

  Aunque las ciencias ya se hallan libres de la barbarie de los siglos precedentes, no han hecho con todo entre nosotros aquellos progresos, que podian esperarse de nuestra penetracion, y que se ven en otras naciones que sin duda no son muy inferiores en la fuerza del ingenio, y en la viveza de la fantacía ; duran todavia áquellos estudios barbaros, antiguos, inùtiles y perjudiciales ; y lo peor es, que duran entre aquellos, que por su estado debian tirar á buscar los medios de la pùblica ùtilidad : se conserva en muchos una aficion increible à las sutilezas, y vanas investigaciones, y una pasion ciega à la pedanteria, como si los estudios, que deben dirigirse à perfeccionar los conocimientos del hombre y à corregirlo, se hubieran establecido para disputar de voces è imaginaciones abstractas.  El hobre es un ente real, y necesita de solidos y practicos conocimientos para vivir bien, no de ideas fantasticas, ni palabras huecas y sin sentido ; y por esto se ve que las naciones que se versan en la buena fisica, en la historia natural en la geometria, en la mecanica, y en otras muchas pertenecientes al hombre fisico, y que estudian la etica, la politica y otras ciencias, por lo que respecta al hombre moral, nos llevan grandes ventajas en la ilustracion y la sabiduria.

  Otra de las cosas necesarias para la felicidad y grandeza de los Estados, he dicho que es la educacion y los modales, á fin de que las buenas costumbres, y la civilidad y cultura se adquieran por habito y disciplina.  Creo pues que en esta parte tenemos mucho que andar para igualar á otros pueblos, y que necesitamos desbastarnos y pulirnos mucho para deponer la barbarie y rusticidad, que se nota en una gran parte de los pueblos de nuestro reyno. La incivilidad y la aspereza es incompatible con la industria, con las ciencias, y con el comercio : un hobre tosco y salvage aborrece la fatiga metódica, hace vanidad de la fuerza, y se vanagloria de atropellar hurtar, inquietar á la sociedad de mil maneras.

  Esta rusticidad en las modales, ó maneras, proviene siempre de una perversa educacion.  La educacion se divide en fisica y moral, y que aquella que se dirigé á perfeccionar las operaciones del cuerpo, y esta las del alma.  La moral se subdivide en economica, politica y eclesiastica : la primera pertenece á los padres ; la segunda á las leyes : y la tercera à los eclesiasticos.  En toda la Europa se hallan excelentes tratados de esta materia, escritos por hombres doctos y zelosos ; pero falta ponerlos en práctica por otros tales.  La basa fundamental de todos las educaciones es la domestica, que es la que debe darse por los padres : la lastima es que muchos llegan á ser padres sin haber aprendido antes á serlo ; de lo qual resulta el que se multiplique todos los dias una raza de hombres torpes, ignorantes, barbaros, sin oficio habilidad y tal vez sin conocimiento alguno de sus obligaciones.  Por esto Sixto 5 º Pontifice de una alma grande y de una vasta comprehension, hizo una excelente ley para sus Estados por la qual mandò, que no pudieran contraer matrimonio aquellos que no presentaran justificacion de su habilidad è industria para poder educar y alimentar la prole. Promulgar una ley semejante, es lo minimo que decir : ninguno se atreva á ser padre sin haber antes aprendido á buscar los medios para saber serlo.

[SE CONTINUARa.]

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