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EL comercio, esta alma mortal del mundo, este gran vinculo con qué el autor de la naturaleza ha ligado los pueblos dandoles producciones, genios y climas diferentes, es un bien, cuyo incremento es proporcionado ó á su extenso, ó á su rapidez, á la manera del exercicio corporal que puede hacerse, ó andando un largo espacio de terreno, ó recorriendo muchas veces una habitacion reducida. Esto ultimo sucede en el trafico interior y que se hace con pequeño principal, y sin el qual no pueden pasar los ciudadanos. En él suple la celeridad por la magnitud y veinte compras y ventas chicas producen lo que una venta ó compra de una gran factura. El dinero, que por su lubricidad se introduce en un todo, convierte en todo, y todo lo franquea es, decia Hume, el aceite que conserva el movimiento facil de esta maquina. Por eso los buenos economistas desea que lo haya de todos tamaños, para que mas facilmente se convierta en todas las cosas, acomodandose á ellas, y no ellas á el. Asi en todo el mundo la cantidad de dinero se proporciona al numero, peso y medida de las cosas comprobables, y no estas á la moneda, como sucede en nuestro Chile. por eso se dice en todas partes: la libra de pan vale tantos quartos, la de carne vale tantos, la vara de chorizos vale tantos maravediz&c y no: yendame V d. medio de papas, un real de carne, medio de pan &c. equivocando la medida con la cosa medible, y poniendo el signo en lugar del significado, ó la representacion por lo representado. Por eso se ha procurado que se selle cierta porcion de moneda menuda, y en cada estado hay su moneda peculiar, y aun en las provincias suele haber una que solo circula en ellas; con lo que se consigue, que no extrayendose, no falta jamas. Este mismo objeto tiene la plata macuquima, y con el mismo fin se acuñan los quartillos, de tanta utilidad, que bastaria á manifestarla el empeño que hacen por llevarlos fuera del Reyno, pagandolos á un precio que nos priva de la comodidad de su uso, á pesar de las grandes sumas que se han amonedado. Antes de su introduccion se palpaba la necesidad de hacerlo en el arbitrio de que usaban los bodegoneros forjando una monedas de plomo, de zuela, y de madera que llaman seña, pasa dar á los compradores, que llevaban de sus tiendas alguna especie que importaba menos de medio real, que era la moneda menor que habia entonces. Esta misma necesidad se palpa ahora por que si aquella disposicion fue buena, tambien lo será adelantarla, y acabar de extinguir el mal que producia su defecto. Este mal aun existe hoy, y es muy grande principalmente para la gente pobre, y es muy incomodo en el uso domestico, y á cada paso se hace mas sensible en ú pays tan abundante como el nuestro. Un exemplito aclarará la materia. Una pobre muger necesita una vara, y no mas de cinta angosta de algodon; pasa un niño pregonando: huin has á 3 varitas por medio : y para ocurrir á su urgencia, le compra precisamente vara y media, por que de otro modo el muchacho no puede venderle, no habiendo menor moneda que el quartillo; y asi viene esta infeliz á gastar un tercio mas de lo que necesita. Esto mismo sucede, y con mas frequencia en todas las especies que se emplean en los alimentos. La necesidad ha hecho aun subsistir en los bodegones, ó tiendas de abasto, el uso de las señas que entre otros muchos inconvenientes, ______ los muy palpables; el primero en el que estas monedas arbitrarias y peculiares y diversas en cada bodegon, no pueden darse de limosna; pero si tubiesemos otras monedas pequeñas, y de uso general en todo el Reyno, como ochavos &c. los pobres hallarian un socorro mas pronto y frequente: el segundo inconveniente és el que dichas señas no sirven, como es notorio, para comprar por las calles, y en los puestos, y plaza ya un vaso de leche, ya una pequeña cantidad de pan, frutas &c. Este inconveniente es grande y repugnante en un pays tan brato como el nuestro, con la circunstancia que recae el perjuicio sobre la clase mas numerosa é indigente, que es la que todo compra por menor.
Se dirá ¿que remedio? Lo hay, facil, barato, y aun con ganancia. Lo dire? Sellese cobre. Ya diviso el rostro airado y amenazador de los prevenidos contra este pensamiento. el asunto interesa á todos, y todos deben discurrir sobre el, y exponer sus objeciones. Las aguardan con moderacion para satisfacerlas.
Salustio y Horacio.