N° 11. Jueves, 25 de marzo, de 1813.

Jueves 25 de marzo de 1813, páginas 1, 2 y 3.

Carta de Guillermo Tomás Raynal

El autor fue sacerdote y escritor francés de la corriente enciclopedista, y a través de sus artículos criticó el sistema de colonización europeo. Vivió entre 1713 y 1796.

CARTA DE GUILLERMO TOMAS RAYNAL,

  Leida en la Asamblea Nacional el 31 de Mayo de 1791.

ADVERTENCIA.

ESTA carta, de cuyo merito se hace mencion en el num. 2º. del tom. 1º. de la Aurora, contiene       grandes lecciones para los pueblos, que han roto sus cadenas, y aspiran à vivir baxo sus propias leyes: de ella tome para si cada uno lo que le conviene.

       ,,Señores: al llegar à Paris, despues de una larga ausencia, se volvieron acia vos mi corazon y mis ojos; y me habriais tenido à los pies de vuestra asamblea augusta, si mi edad y mis enfermedades me permitiesen hablaros sin un emocion demasiado viva de la grandes cosas que habeis hecho, y de todo lo que os queda por hacer, para fixar sobre esta tierra agitada la paz, la libertad, la felicidad, que intentais procurarnos.

      No creais que soy de aquellos que desconocen el zelo infatigable, los talentos, las luces y el valor, que haveis mostrado en vuestros trabajos inmensos.  Pero muchos otros os recuerdan los titulos que teneis á la estimacion de la patria ; por lo que hace à mi, sea que me considereis como à un ciudadano que usa del derecho de peticion, sea que dexando un vuelo libre á mi reconocimiento, permitais à un antiguo amigo de la libertad que os pague lo que os debe por la proteccion con que lo habeis honrado, yo os suplico oigais verdades utiles: yo me atrevi à hablar á los reyes de sus obligaciones, sufrid que hoy hable al pueblo de sus errores propios, y à los representantes del pueblo de los peligros que nos amenazan à todos.

      Yo siento una tristeza profunda por los desordenes y crimenes que cubren de duelo à la patria.  Deberé recordarme con horror que yo soy uno de aquellos que experimentando una indignacion generosa contra el poder arbitrario, di talvez armas á la licencia ? la religion, las leyes, el orden publico, es cierto que piden á la razon y la filosofia unos lazos que las unian à esta gran sociedad de la nacion, como si persiguiendo nosotros los abusos, trayendo à la memoria los derechos de los pueblos, y los deberes de los magistrados, hubiesen roto estos lozos nuestros esfuerzos criminales?  Pero n o jamas los conceptos audaces de la filosofia se presentaron por nosotros como la medida rigorosa de los actos de la legislacion.  No podeis sin error atribuirnos lo que solo ha resultado de la falsa interpretacion de nuestros principios  : y con todo, estando para decender à la noche del sepulcro, y abandonar esta familia inmensa cuya dicha he deseado tan ardientemente, que veo al rededor de mi ?  Turbaciones religiosas, disenciones civiles, la consternacion de los unos, el furor de los otros, un gobierno esclavo de la tirania popular, soldados sin diciplina, xefes sin autoridad, y la potestad publica que solo existe en los Clubs, donde hombres ignorantes y groseros se atreven á pronunciar sobre todas las questiones politicas.

      Tal es la verdadera situacion de la Francia.  Ningun otro osara decirlo ; yo lo hago, porque debo hacerlo, porque he vivido ya ochenta años, porque ninguno puede acusarme de desear el regimen antiguo ; porque llorando sobre el estado de desolacion en que está la iglesia, no se dirà que soy un sacerdote fanatico, y porque mirando como el unico medio de salud la concentracion de la autoridad, no se me acusará de ser partidario del despotismo, ni de esperar sus favores.

      Ay ! yo me llenè de esperanza y de alegria quando os vi poner los cimientos de la felicidad publica, perseguir los abusos, ploclamar todos los derechos, sujetar à unas mismas leyes, á un regimen uniforme las diversas partes de este imperio.  Mis ojos se llenaron de lagrimas, quando vi á los hombres mas viles empleados como instrumentos de una reforma util; quando vi al santo amor del patriotismo prostituido á la maldad, y marchando la licencia baxo el pabellon de la libertad en triunfo.  Mezclóse el espanto à mi justo dolor quando vi romperse todos los resortes del Gobierno, y sobstituir impotentes barreras à la necesidad de una fuerza activa y represora.

      Yo he oido las voces insidiosas que excitan falsos terrores, para apartar vuestras miradas de los verdaderos peligros; que os inspiran funestas desconfianzas para hacer que abatais sucesivamente todos los apoyos del Gobierno.  Me ha sorprendido el terror quando observando en su nueva vida à este pueblo, que quiere ser libre, he visto que no solo desconoce las virtudes sociales, la humamidad, la justicia, unicas bases de la libertad verdadera, sino que recibe con ansia nuevos gèrmenes de corrupcion, y nuevas causas de servidumbre.

      Ah! quanto sufro quando en medio de la Capital y en el centro de las luces veo à este pueblo seducido recibir con alegria feroz las proposiciones mas culpables, oir con risa los asesinatos, cantar sus crimenes como victorias, formar enemigos de la revolucion, profanarla, cerrar los ojos á sus propios males, sin acordarse que en un solo delito reposan las semillas de una infinidad de desgracias!  El danza sobre las ruinas de su moralidad, sobre el borde del abismo que puede tragar sus esperanzas: este espectaculo de alegria es lo que mas me ha commovido.  Vuestra indiferencia acerca de este horrible extravio del espiritu publico ha hecho que adulaciones corruptoras, y murmuraciones secretas remplacen las puras alabanzas, que reciban vuestros anteriores trabajos.

      Pero aunque es tan grande el valor que me inspira la cercania de mi muerte, y el amor de la libertad, que he profesado antes de que nacieses, siento en mi al hablaros el temor, de que no se defiende hombre alguno, quando se coloca con el pensamiento en la presencia de los representantes de un gran pueblo.

      Me detendré aqui, ò continuarè hablandoos como la posteridad?  Si, Señores, yo os creo dignos de oir este lenguage.

      Yo he meditado toda mi vida las ideas que acabais de aplicar à la regeneracion de la Francia: yo las meditaba en un tiempo en que proscriptas por todas las instituciones sociales, por todos los intereses, por todas las preocupaciones, ellas solo presentaban la seduccion de un sueño consolador: entonces ningun motivo me impelia á pesar las dificultades de su aplicacion, y los inconvenientes terribles que tienen las abstracciones, quando se les reviste de la fuerza, que manda à los hombres y à las cosas, quando la resistencia de estas, y las pasiones de los hombres son los elementos necesarios, que deben combinarse.

      Lo que yo ni debi ni pude prever en el tiempo y en las circunstancias en que escribia, debisteis tener presente en vuestras operaciones por el imperio del tiempo y de las circunstancias en que os hallais; y creo que debo deciros que no lo habeis hecho bastantemente.

      Por esta falta unica, pero continua, habeis viciado vuestra obra, y os habeis puesto en tal situacion que talvèz no la preservareis de una total ruina, sino volveis sobre vuestros pasos.

      Llamados á regenerar la Francia, debisteis considerar lo que era posible conservar utilmente del orden antiguo, y lo que no era por otra parte posible destruir.

      La extension de la Francia, sus necesidades, sus costumbres, el espiritu nacional se oponian invenciblemente á que jamas se admitiesesn en ella las formas republicanas sin producir una total disolucion.  Organizando los dos poderes el del executivo, y el de la representacion nacional, debiais conocer que la fuerza y el suceso de la constitucion dependian de su equilibrio; y debisteis tomar precauciones contra la actual tendencia de las ideas.  En estas declina la fuerza del executivo, y crecen los derechos del pueblo: debilitando vos aquella fuerza, vinisteis à producir este triste resultado: una primera magistratura sin autoridad, y un pueblo sin freno.

      Entregandoos al extravio de la opinion dominante favorecisteis la influencia de la muchedumbre, y multiplicasteis hasta el infinito las elecciones populares.  Olvidasteis que la frequencia de las elecciones, y la corta duracion de los resortes politicos.  Olvidasteis que la fuerza y fortaleza de la autoridad executiva debe crecer en porporcion del numero de los que debe contener, y proteger.

      Proclamasteis el dogma de la libertad de las opiniones religiosas, y permitis ultrajar y perseguir á los sacerdotes porque no obedecen à vuestras opiniones religiosas.  Consagrasteis el principio de la libertad individual, y existe en vuestro seno una inquisicion, que sirve de modelo y pretexto á todas las inquisiciones subalternas esparcidad en todas partes por una inquietud facciosa.

      No os espantais de la audacia de los escritores que profanan el nombre de patriotas?  Quereis la libertad del pueblo, y ellos quieren que sea el puelo el mas feroz de los tiranos.  Quereis regenerar las costumbres, y ellos prescriben el triunfo del vicio, y la impunidad del crimen.

      Que forma de gobierno puede resistir à la nueva dominacion de los Clubs?  Destruisteis todas las corporaciones, pero la mas colosal, la mas formidable de las agregaciones se eleva sobre vuestras cabezas, y disuelve todas las autoridades.  Aqui es donde los hombres violentos se electrizan y forman esos volcanes horribles, que vomitan lavas inflamadas.

      Hicisteis una declaracion de derechos; y esta declaracion imperfecta si la comparais con los conceptos metafisicos, ha derramado en toda la republica numerosas semillas de desorganizacion y desorden.

      Siempre vacilantes entre vuestros principios, que no modificais de verguanza, y entre las circunstancias que os precisan á excepciones, os guiais mas por vuestros principios que por la utilidad publica.

      A pesar de vuestros esfuerzos sois á veces inconsequentes é impoliticos: habeis perpetuado la esclavitud de los negros, con lo que alarmais al comercio, y exponeis vuestras colonias.

      Ninguno de estos reparos escapa á los amigos de la libertad; ellos reclaman por el deposito de la opinion y razon publica, cuyo organo sois, y que ya estàn sin caracter.

      Oz mira asombrada la Europa, amenazada por la exageracion de vuestros principios.  No aspireis à haceros formidables por inmoderadas innovaciones, peligrosas para todo el mundo.

      Abrid los anales del universo: invocad la sabiduria de los siglos, y ved quantos imperios perecieron por la anarquia.  Tiempo es que cese la que nos destruye, de reprimir las venganzas, las sediciones, las comnociones, y restituirnos la paz y la confianza.

      Para lograr este fin saludable, selo teneis un medio; y es confiar al Poder executivo toda la fuerza necesaria para asegurar y establecer la potestad de la leyes, y velar sobre todo en que sean libres las asambleas primarias, de las quales alejan las facciones á los sabios y virtuosos.

      Pusisteis las bases de la libertad de toda constitucion sensata, restituyendo al pueblo el derecho de hacer sus leyes, y de imponerse las contribuciones.  La anarquia devorarà estos derechos eminentes, sino los poneis baxo la custodia de un gobierno vigoroso y activo; y el despotismo nos espera, si el gobierno no se concentra aun mas.

      Señores: yo he recogido mis fuerzas para hablaros en el lenguage austèro de la verdad.  Perdonad à mi zelo, à mi amor por la patria la libertad de mis expresiones, persuadidos de mis ardientes votos por vuestra gloria, y de mi profundo respecto.

Guillermo Tomas Raynal.