Fuente: Institutanos.com

Diego Portales ex alumno del Instituto Nacional

Estudió en el Convictorio Carolino y luego ingresó al Instituto Nacional para seguir Leyes, formación que dejó para dedicarse a la docimasia, actividad que se dedica a estudiar los minerales, para determinar los metales que contiene y en que proporción. Se recibió como ensayador en 1817 y trabajó en la Casa de Moneda con aquella actividad.

Hijo de María Encarnación Fernández de Palazuelos y de José Santiago Portales, Diego Portales nació en Santiago el 15 de junio de 1793. Su padre tomó parte activa en el movimiento revolucionario iniciado en 1810, ocupando varios cargos de importancia en el Congreso y en algunas de las juntas gubernativas. Su madre era una mujer decidida y audaz que durante la prisión de su marido se hizo conocida por solicitar públicamente ayuda para poder mantener a sus 23 hijos. Diego estudió en el Convictorio Carolino y luego ingresó al Instituto Nacional para seguir Leyes, estudios que dejó luego para dedicarse a la docimacia, es decir, el arte de ensayar los minerales; se recibió como ensayador en 1817 para trabajar en la Casa de Moneda. Sin embargo, no sería esta su ocupación fundamental. Se dedicó al comercio, para lo cual formó una asociación con José Manuel Cea, junto a quien se radicó en el Perú. Su participación en política lo convirtió en el más importante hombre del gobierno conservador instaurado a partir de 1829. Diego Portales contrajo matrimonio en 1819 con Josefa Portales Larraín, quien murió dos años después, al igual que las dos hijas del matrimonio. Pasado algún tiempo, se relacionó con Constanza Nordenflycht, madre de sus tres hijos. En 1824 Diego Portales y José Manuel Cea remataron el estanco del tabaco, naipes, licores extranjeros y té, es decir, el monopolio de internación y venta de estos productos. A cambio, su firma comercial se comprometía a cancelar anualmente los intereses y amortizar la deuda que el fisco había contraído en Londres -el empréstito de lrisarri-. El estanco fue rechazado por la opinión pública, pues se le consideró como negativo para el desarrollo de la industria del país. La experiencia comercial de Portales no fue muy exitosa, pero le permitió ir ocupando algunos cargos en el Consulado - que era la asociación que agrupaba a los mercaderes- de Santiago, llegando a ser cónsul en 1823. En 1825 fue miembro del Consejo Consultivo formado por Ramón Freire. Tal vez, el fruto más importante de este aprendizaje fue el conocimiento que alcanzó de la realidad del país en aquellos difíciles años de la Organización nacional, el que aplicó con posterioridad, cuando asumió como ministro de Estado. El primer nombramiento ministerial de Portales se produjo en 1830, cuando el Presidente José Tomás Ovalle le asignó las carteras de Interior y Guerra; sin embargo, sería tras la victoria conservadora en Lircay cuando empezaría a destacarse y convertirse en el verdadero eje y motor del poder. Manteniendo su cargo, impuso a los contrarios todo el peso de la ley y organizó la administración del Estado con un hondo sentido de rigurosidad. Asimismo, creó la Guardia Cívica - que sirvió de contrapeso al poder militar del Ejército-, controló la prensa opositora, y dio de baja a varios jefes militares, muchos de ellos destacados hombres que habían actuado en la época de la independencia, por su participación en actividades políticas. Esto también provocó una escisión en el grupo pelucón. Manuel Rengifo quien se destacaba como un eficiente ministro de Hacienda lideró una facción que se oponía a la tutela que Portales ejercía sobre el Presidente Prieto. El gabinete se dividió: por un lado estaba Tocornal el hombre de Portales y por el otro, Rengifo. Un nuevo frente de preocupaciones se abrió en 1836, esta vez en el plano internacional. Partiendo desde el Perú, una expedición militar comandada por el exiliado general Ramón Freire trató de derribar al gobierno de Prieto, intentando apoderarse de Valdivia y Chiloé. La preocupación de las autoridades fue más allá del mero hecho puntual, pues era preo-cupante que el gobierno de la Confederación Perú-Boliviana - encabezado por el mariscal Andrés de Santa Cruz- hubiera impulsado dicha acción, o al menos, no hubiera hecho nada por impedirla. En 1837 se encargó al coronel Antonio Vidaurre la preparación de las tropas. Este oficial, según muchas sospechas, tramaba desde hacía tiempo un complot influido por Santa Cruz. Lo concreto es que el 2 de junio de ese año, Portales salió de Valparaíso rumbo a Quillota para revistar las fuerzas. Al día siguiente fue detenido y Vidaurre ordenó su traslado junto a las tropas, hacia el puerto, en el entendido de que el Batallón Valdivia, comandado por Juan Vidaurre, se sumaría al movimiento. Sin embargo, ello no ocurrió y esa fuerza, en conjunto con las guardias cívicas de Valparaíso - que el mismo Portales había formado cuando fue intendente de la ciudad- le cortaron el paso en el cerro Barón, donde los amotinados fueron derrotados (6 de junio). El ministro era custodiado por un piquete que estaba al mando del capitán Santiago Florín, quien conociendo la noticia de la derrota ordenó el fusilamiento de Portales. Tras ser sometido a una descarga de fusilería, además, fue rematado con bayonetas.